Cloro y seguridad: aliados poderosos
Desde isocianuratos clorados hasta hidrazina, pasando por diclorofenilsulfona o fosgeno. ¿Extraños y difíciles de pronunciar? Es muy probable. Pero estos son solo algunos ejemplos de los más de 30 derivados del cloro que tienen una enorme influencia en nuestras vidas, incluida la seguridad.
Un producto omnipresente
El cloro hace que la vida humana sea más segura. Su aplicación más universalmente reconocida es el tratamiento del agua para consumo humano, considerado por muchos como uno de los mayores descubrimientos del último milenio, sin el cual la historia de la humanidad habría sido sustancialmente diferente. Sin embargo, su importancia va mucho más allá de esta aplicación extraordinariamente relevante o incluso decisiva. Como agente infiltrante, el cloro está presente, pero no es visible, en miles de productos que forman parte de nuestra vida diaria. Gracias a la integración de compuestos químicos esenciales en los más diversos procesos de producción, su cobertura es notable, al igual que el impacto de sus docenas de derivados.
El llamado «árbol del cloro», que ilustra gráficamente las ramas (derivados) y los frutos (productos) obtenidos a base de este elemento químico, muestra su peso en un área crucial de la sociedad: la seguridad, en su sentido más amplio.
Airbags, chalecos salvavidas, cinturones de seguridad...
El sistema de airbags, un componente de seguridad de un automóvil, utiliza hidrazina, un derivado del cloro, como uno de los gases que permiten que se expanda en una situación de colisión; el cloroetanol, por otro lado, es la base para la fabricación del poliéster que forma los cinturones de seguridad, un elemento que se estima que ha salvado más de un millón de vidas en la carretera desde que se inventó en la década de 1950.
También en los automóviles y otros vehículos, existe otra aplicación fundamental: la del cloropropanol en los líquidos de frenos, un compuesto que forma parte de los sistemas de frenado hidráulicos que los fabricantes utilizan desde hace mucho tiempo a gran escala.
En las actividades náuticas, otro derivado del cloro, el diclorobutano, da lugar al adiponitrilo, que es un intermediario en la producción de nylon. Entre otras muchas aplicaciones, el nylon permite la fabricación de chalecos salvavidas, cuya función y relevancia son bien reconocidas, como último reducto de supervivencia en caso de accidente en el medio acuático.
Defiende a quienes nos defienden
El cloro y sus derivados también son de fundamental importancia en la fabricación de equipos de protección individual (EPI), indispensables en las actividades militares, de seguridad y protección civil, así como en otras funciones laborales con alto riesgo físico.
Los chalecos antibalas y los guantes protectores, por ejemplo, integran cloruro de teleftaloílo, un componente clave en la fabricación de polímeros de alto rendimiento (como el Kevlar) y fibras de aramida, que ofrecen una gran resistencia física, al fuego y a las agresiones químicas, entre otras ventajas. Los trajes que se utilizan en actividades de alto riesgo, como las que realizan los bomberos o los conductores de automóviles, contienen cloruro de isoftaloílo, al igual que los oficiales militares y de policía, lo que les confiere una gran resistencia.
El fosgeno también desempeña un papel importante en este campo, como elemento base para la producción de policarbonato, utilizado en la producción de gafas protectoras y vidrio antibalas.
Socio confiable
El cloro también ha demostrado ser un valioso aliado en situaciones graves de salud pública, tanto desde el punto de vista preventivo como curativo, ya que contribuye a salvar vidas y a mantener el orden social.
Como ingrediente activo del hipoclorito de sodio, fue, por ejemplo, de fundamental importancia en la lucha contra la covid-19 como agente desinfectante en espacios públicos y privados, así como en la lucha contra las infecciones virales con un gran impacto en términos de salud pública, como las causadas por los virus del Zika o el Dengue. También cabe destacar su relevancia como potente freno a la propagación de la legionela.
Carl William Scheele, el químico sueco que descubrió el cloro hace casi 250 años, no habría imaginado que estaba plantando la semilla para el advenimiento de algo especialmente importante en nuestra vida diaria, como lo ilustra el «árbol del cloro». Como en muchos otros campos, este árbol también extiende sus ramas durante mucho tiempo en términos de seguridad: desde la protección personal hasta la pública, desde la defensa del bien común hasta el mantenimiento de la integridad física en actividades de ocio más extremas.
Cloro en Portugal
Portugal ha desempeñado un papel importante en la creación de este guardián social durante varias décadas. Con plantas de fabricación en Estarreja y Torrelavega, en el norte de España, Bondalti es hoy, en términos de capacidad instalada, el mayor productor ibérico de cloro, que obtiene mediante el proceso de electrólisis, utilizando las mejores técnicas y tecnologías disponibles y de acuerdo con los más altos requisitos ambientales.